A todas las personas interesadas en el desarrollo y crecimiento personal y profesional nos atrae la idea de ser líderes.
Asistimos a cursos y seminarios, estamos al tanto de las últimas novedades sobre la materia e intentamos, día a día, practicar nuestro liderazgo. Pero, nos hemos hecho las siguientes preguntas: ¿es realmente necesario ser líder?, ¿dónde quiero ser líder?, ¿hasta dónde quiero serlo?
Para el líder natural es fácil responder tales interrogantes. No tiene opción, ni siquiera se la plantea. Su liderazgo abarca todos los ámbitos de su vida y está presente en cada una de sus acciones. Sólo tiene que estar en alerta para que no se lo arrebaten y mantenerse en él.
En las sociedades primitivas, el líder mantenía unido al grupo, organizaba las cacerías y decidía los movimientos migratorios, todo en beneficio del grupo. El líder lo era porque merecía serlo. Era el más valiente, el más astuto, el más fuerte y el más rápido pensando. Todos le tenían respeto. Sin embargo, su liderazgo podía verse amenazado si otro consideraba ser merecedor del mismo. En tal caso, si el nuevo líder demostraba mayores aptitudes que el anterior, se erigía como la persona a seguir.
Nada más lejos de la realidad ocurre en el mundo animal. Cuántas veces hemos asistido - a través de los ojos de una cámara - a combates entre ciervos, entre elefantes o entre leones. El liderazgo es algo natural e innato en la mayoría de especies vivas.
En la actual sociedad moderna, en principio todo debería ser igual y seguir las mismas pautas naturales que han existido siempre. No obstante, hay una gran confusión de roles. Ahora ya no vivimos en un solo grupo, nos movemos en grupos: el grupo del trabajo, el grupo de amigos, familiares, sociales, etc.
Nacho es un directivo de una multinacional con 100 personas a su cargo. Es considerado un ejemplo a seguir en su empresa, los resultados de las evaluaciones son inmejorables y sus colaboradores le muestran un gran respeto. Se muestra seguro y confiado en las reuniones y presentaciones de nuevos productos. Sin embargo, se muestra tímido en la cena familiar de Navidad y es poco participativo en las juntas de la Comunidad de Propietarios y en las reuniones de padres y madres de la escuela de sus hijos.
¿Nos encontramos o no ante un líder?
Si preguntamos a sus colaboradores, no habrá lugar a dudas. Tiene los objetivos claros, genera confianza y se muestra seguro en sus decisiones. Su familia, por otro lado, sabe que tiene un puesto de responsabilidad y que está "bien considerado en su trabajo", es un buen chico y no se mete con nadie. Sus vecinos lo ven como un hombre educado y correcto, que evita problemas y enfrentamientos. En la escuela, saben que su mujer es la que lleva la responsabilidad sobre los hijos y sus actividades extraescolares.
¿Es Nacho un líder para ti?
Posiblemente necesitaríamos conocer más datos. Parece claro que en su ámbito laboral es todo un líder. En otras situaciones necesitaríamos saber, por ejemplo, qué actitud adopta Nacho cuando la Comunidad de Propietarios toma decisiones perjudiciales para sus intereses. ¿Asume todas y cada una de las decisiones sin decir nada o muestra una actitud asertiva y lo pone de manifiesto en la Junta? En el ámbito escolar, ¿se muestra en actitud de diálogo con su esposa y participa activamente de la educación de sus hijos? La delegación de responsabilidades en su mujer, ¿es aceptada de buen agrado por su ella?
En este punto, surgen de nuevo los mismos interrogantes: ¿un líder lo es o debe serlo en todas las facetas y ámbitos de su vida? ¿Se puede o se tiene que elegir cuándo ser líder y cuándo no, dónde sí y dónde no?
No te pierdas mañana la continuación de este gran articulo.
MPC Coaching
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