27 de agosto de 2019

¿Qué es la motivación?


La motivación es una mezcla de pasión, propósito, toma de decisiones y compromiso. Es un nivel profundo que genera energía y vida para desempeñarse adecuadamente en la actividad que a uno le apasiona.

Motivación es tener pasión por vivir, es nuestra propia recompensa por nuestro buen desempeño. Con motivación estaremos dispuestos a correr riesgos y tomar decisiones que la mayoría de personas no harían por miedo. También nos da compromiso que es la clave para convertirse en una persona de alto desempeño.

La motivación nos da sentido a la vida. ¿Cuánto esfuerzo estoy dispuesto a hacer? ¿Cuántos obstáculos estoy dispuesto a pasar? ¿Cuál precio estoy dispuesto a pagar?

Motivación es la energía que nos hace seguir y acometer hacia el logro de nuestros sueños, sin excusas, sin quejarse, de manera imparable, haciendo lo correcto y tomando riesgos. Al ser la motivación pura energía, tiene mucho que ver con nuestra bioquímica, con el ejercicio que hacemos y con la manera como nos alimentamos.

¿Cuál es el propósito que nos mueve a seguir adelante? ¿Cuáles riesgos estoy dispuesto a enfrentar? ¿Cuáles son mis necesidades psicológicas internas? ¿En qué clase de persona me quiero convertir? ¿Qué me apasiona en la vida? Estas son algunas de las preguntas que me ayudan a encontrar esa pasión por la vida.

No se puede ser una persona motivada y al mismo tiempo estar confortable, sin correr riesgos, ni tomar decisiones. La persona motivada está comprometida y dispuesta a correr riesgos, pues sabe que puede cambiar su situación actual, que tiene el control de su vida en sus manos, que puede lograr lo que pretenda, sabe que quiere a corto, mediano y largo plazo, se siente contenta y exitosa.

La motivación nos llena y nos da un sentido de logro y control, por lo que la persona motivada ama lo que hace y hace lo que ama. Entonces, lo mejor que podemos hacer por nuestro futuro, por nuestros seres queridos y por nuestra patria, es vivir con pasión y no para la pensión... Revise su nivel de motivación y si el tanque está bajo, haga lo necesario para llenarlo, pues esta es la energía que le da sentido a la vida.

MPC Coaching

mpccoachingcontacto@gmail.com
Suscríbete y recibe nuestros artículos en tu correo

14 de agosto de 2019

Consejos para superar un mal día



Muchos creen que un día bueno o malo depende completamente de la suerte o de las circunstancias externas, pero cada persona tenemos una influencia decisiva en cómo percibimos, afrontamos y creamos nuestra realidad.

En este artículo se recrea una conversación entre madre e hija analizando qué cosas hacemos, pensamos y sentimos diferente cuando tenemos un mal día y un buen día y nos invita a que hagamos lo mismo nosotros y con esas conclusiones cambiar el modo automático con el que conducimos nuestra existencia:


DIME LO QUE TE CUENTAS Y TE DIRÉ QUE TE PASA


Me estaba preguntando el motivo de los cambios de estado que tenemos las personas, dependiendo muchas veces de “el día que estamos teniendo”. Quiero decir…
¿Qué haces distinto el día que estás bien del día que estás mal?
Cuando la gente dice es que tengo un mal día hoy, ¿cuál es la diferencia? ¿Te sientes distinto? ¿Cómo? ¿Te dices cosas diferentes a ti mismo?
¿Te tomas las cosas de forma que te afecten menos o de otra manera?
Hoy estaba hablando con mi mamá, ella está pasando por un mal momento, y aprendo mucho de hablar con ella y observarla. Me estaba diciendo algo así como…
“Tengo mal cuerpo, porque estoy dándole muchas vueltas a un tema x…”
Yo que quería ayudarla y estaba viendo que no cenaba y estaba tristona le he preguntado… y ¿qué te ocurre? ¿Por qué no cenas? Y me ha dicho…
“Porque cuando tengo un mal rato se me cierra el estómago y no me apetece comer no dejo de pensar en lo que me preocupa.”
Inmediatamente yo le he contestado con otra pregunta… y ¿cómo lo haces mamá?
“¿Que como hago el qué?”
Tener un mal día digo. Un mal rato… ¿cómo se hace? ¿Qué es lo que haces, te dices y piensas cuando tienes un mal rato?
Ella me ha explicado entonces sobre sus sensaciones, sobre la inapetencia a cenar, el “run run” mental, la lucha interna de reprocharse a sí misma estar así…
Después he vuelto a preguntarle… ¿Y cómo haces cuando tienes un buen día?
Al principio no me entendía…
Si, que ¿qué cosas haces cuando tienes un buen rato o día? ¿Cómo piensas? ¿Qué te dices?
No lo encajaba…
Le he pedido entonces que recordase la última vez que se había sentido bien, tranquila, en paz, haciendo cosas, ni excesivamente positiva ni tristona, normal, neutral tirando a bien…
Me ha comentado así que se decía a si misma lo contrario, que no pasaba nada, que estaba todo bien, que todo se solucionaría, que había un motivo para haber tomado sus decisiones y era honesto…
También que en un buen rato, (estaba recordando concretamente un momento del fin de semana), estaría cenando tranquilamente, viendo la tele y comentando lo que sale, sin preocuparse ni comerse la cabeza por nada.
Por otro lado no tendría mala cara sino que estaba sonriendo y no estaba hablando sobre si tener un buen o mal día…
Entonces le he preguntado… ¿y si pudieses cambiar tu estado? ¿Para qué elegir hacer y pensar todas estas cosas ahora que no te hacen sentir bien? ¿Qué ganas?
Y me ha dicho “no es tan fácil porque existen mil motivaciones para seguir machacándose”…
Y le he contestado, ¿cómo qué no? Y si sencillamente te pones a ver la tele, te comes la cena y hablamos sobre la serie que estamos viendo, así sin más desde ya… ¿qué pasaría?
Afortunadamente mamá es la cobaya perfecta, siempre está dispuesta a mejorar, probar cosas y experimentar con tal de aprender y crecer. Su respuesta ha sido tajante.
Muy bien, y ha traído la ensalada… – veamos la serie!
5 MINUTOS DESPUÉS TODO SU CUERPO ESTABA MAS RELAJADO.
30 MINUTOS DESPUES HABIA DEJADO DE DARLE VUELAS A LA CABEZA.
MORALEJA: ¿Para qué hacer cosas que nos limitan y mantienen en una posición de víctima? ¿Cuál es la diferencia entre cómo te comportas contigo mismo en un buen día y en un mal día? ¿La hay? Piénsalo!
¿Cuántas veces entramos en un patrón de pensamientos en bucle? ¿Y qué es lo que haces normalmente cuando estás tranquilo o feliz? ¿Cómo piensas en esos momentos? ¿Qué te dices a ti mismo?, ¿desde qué perspectiva miras las cosas cuándo te juzgas?, ¿eres más o menos critic@?
¿Cómo haces para estar mal?
¿Cuál es la mecánica de un mal día para ti? ¿Y la de un buen día?
Te propongo un experimento que yo misma voy a hacer, anota las siguientes características de tu día en un cuaderno cuando tengas uno de esos estupendos, en los que te acuestas a gustito. O cuando hayas pasado una “buena mañana” o un “buen rato”
No caigas en el error de responsabilizar únicamente de ese día o momento a las personas que te hayan rodeado o los acontecimientos…
¿Qué parte has hecho tú?
· ¿Cómo te has tomado las cosas?
· ¿Cómo has reaccionado?
· ¿Qué te has dicho o contado a ti mismo?
· Y físicamente, ¿cómo estaba tu cuerpo? ¿Tenso, relajado, abierto, cerrado, rígido, sensible, dolorido, con ganas de deporte, activo? Relaciónalo…
· ¿Cómo te has alimentado? ¿Cuáles han sido tus horarios, tu rutina? ¿En qué estabas pensando?
· ¿Has imaginado cosas sobre fantasías? ¿Has pensado en que pasaría si… con respecto a algún tema…?
· ¿Lo has hecho en positivo o negativo?
· ¿Cómo has imaginado o recordado hoy o tras ese buen rato?
Experimenta en el cuaderno anotando también las respuestas sobre “los malos días”
Y haz balance. ¿Qué actitudes te ayudan y cuáles te limitan?
¿Qué patrones de comportamiento o conductas puedes mejorar, o sustituir para transformar un mal día en uno bueno?
¿Y cuáles son tus creencias al respecto?
¿Qué no es tan fácil? ¿Diciéndote eso te ayudas? ¿Y si sí lo fuese?
¿Has probado tantas veces a pararte a escuchar el cómo te diriges a ti mismo cuando tienes un mal estado de ánimo como veces has aceptado el hecho de tener un mal día?
¿Y si pudieses probar? ¿Y si cambiando tu cuerpo y tus acciones aprendieses a cambiar tu estado?
Es de pura lógica que es fácil estar hecho polvo si te saltas la cena, asumes el estómago cerrado, te justificas a ti mismo el motivo de que eso sea así, mientras te dices que vaya con lo que estás haciendo, que si tenías que hacer esto mejor, o esto otro haberlo hecho y lo has dejado pasar, que si recriminándote cosas…
También es fácil sentirse bien cuando uno se dice, a cenar, cuido mi cuerpo con amor, y solo cena y disfruta del momento de cenar, o se dice, quizá no lo he hecho bien pero aprendo el próximo día mejor… etc…
¿De qué sirve regodearse en el autoreproche? ¿A ti te ayuda a crecer? ¿A ser mejor persona?
Hay una gran distancia entre la reflexión sana y el automachaque, y una muy corta entre sonreír y no hacerlo, se trata de parar de darte lo que te lleva a un estado negativo, y cambiarlo por las cosas que haya en tu libreta que te llevan a uno positivo.
Quizá te sorprendas a ti mismo descubriendo que siempre que escribes al anochecer que has tenido un GRAN día, te habías levantado con música, o al contrario que siempre que duermes mal, has visto la tv hasta tarde; que siempre que disfrutas de un momento estás viviendo solo ese momento, degustándolo, o… que cuando pasas un mal rato es porque en lugar de en presente estás viviendo el pasado, recordando, distorsionando, imaginando, creando, pensando en “y si”…
Suerte, y ¡feliz día mañana! Si te ha gustado, no olvides compartirlo en tus redes sociales

MPC Coaching

mpccoachingcontacto@gmail.com

Suscríbete y recibe nuestros artículos en tu correo