4 de febrero de 2013

La Ley de la Atracción (Parte 1)


Todo lo que nos rodea vibra; cada trozo de existencia es una forma de energía. Esto no es sólo metafórico, es un hecho científico. De esta enorme masa de energía que forma el conjunto de todo el universo, los seres vivos y otras formas que lo habitamos, la materia se va formando. Esto ocurre a través de acuerdos específicos. Por ejemplo, las partículas deben de estar dispuestas de una cierta manera y dentro de una cierta distancia. Si tomamos como ejemplo el carbono, según sea la disposición de su estructura molecular, se puede transformar en grafito, un material blando y vulgar, o en diamante, el mineral de mayor dureza y más precioso. ¿Cómo funciona la Ley de la Atraccióny cómo encaja en todo esto?

La Ley de la Atracción nos dice que lo que tú piensas constantemente y las emociones que sientes es lo que tú vas a atraer. De hecho, las emociones pueden ser buenas o malas. A la Ley de la Atracción no le importa. Si deseas, actúas y sientes negativamente, lo más probable es que recibas negatividad. Por otro lado, si deseas, actúas y sientes positivamente, lo más probable es que recibas lo positivo.

Lo más prominente en tu conciencia es lo que más probablemente vas a atraer a la realidad. La forma en que esto sucede es a través del pensamiento y a través de los sentimientos. La Ley de Atracción opera bajo estas tres simples premisas, a saber:

Primero: tú deseas. ¿Qué es lo que deseas ser, hacer y tener? ¿Cómo te vas a sentir una vez que lo seas, lo hagas o lo tengas?

Segundo: viene dado. ¡Siempre! Cualquiera que sean los pensamientos o sentimientos, literalmente, empiezan a tomar forma. Es la ley.

Tercero: permitir y esperar el resultado. Esta es la parte más difícil de conseguir para muchas personas.

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