Cada día, no cabe duda que las estrategias de publicidad afinan con mayor detalle su intención de provocar interés en los espectadores, clientes y posibles consumidores. Estos esfuerzos se han convertido en ejercicios de absoluta creatividad para lograr el propósito anhelado: persuadir.
En su acepción más pura -específicamente según la RAE- la persuasión implica la “aprehensión o juicio que se forma en virtud de un fundamento”. En una sencilla búsqueda por las redes cibernéticas, es posible encontrar cientos de definiciones sobre este término que le llevarán al mismo lugar: persuadir significa “cambiar su juicio”, “modificar su pensar”, “establecer un comportamiento”, todo luego de influir en sus conocimientos por medio de argumentos. Entonces, según el alcance y la penetración de los medios de comunicación, es lógico suponer que estos mensajes se emitan a través de estos canales para cautivar a las masas.
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