La mente tiene un poder magnético, ténlo presente y aplica este pensamiento:
Cuando creo que puedo, tengo la razón; cuando creo que no puedo, también tengo la razón.Eres lo que piensas ya que el pensamiento es energía y con esa energía creas tu propia realidad. Sé consciente de lo que declaras, afirmas o decretas ya que eres el profeta de tu propia vida.
Un ganador vive afirmando: Puedo, valgo mucho, soy capaz, me supero, salgo adelante, lo lograré.
Un perdedor decreta en la oscuridad, fracasa y excusa su falta de fe y entrega en la mala suerte.
Solo estás en la cumbre con palabras positivas, pensamientos animosos y posturas motivadoras.
Para ganar, confía en el poder de la oración y en la fuerza de la acción persistente: ora como si todo dependiera de Dios y, al mismo tiempo, actúa como si todo dependiera de tí. Cree en el poder de una mente positiva y en paz.
El poder magnético de la mente es superlativo y atrae a tu vida mucho de lo que piensas.
Debes tener sumo cuidado con lo que vives afirmando por qué eres el creador de tu destino.
El pesimista vive quejándose, todo lo ve siniestro y tiene un problema para cada solución. Por lo mismo, cada día está peor ya que atrae esa mala suerte que siempre lo acompaña.
Por el contrario, el optimista piensa en lo mejor, mira lo bueno y ve una oportunidad en cada dificultad.
Por eso dijo alguien: mientras los pesimistas se quejan, los optimistas mejoran el mundo.
La mente trabaja mejor cuando no estás muy acelerado, haces pausas, respiras bien, te serenas y repites para tí mismo: adagio, despacio, adagio.
En la melodía de la vida piensas y actúas mejor si andas despacio, sin premura, no siempre prestissimo y a toda velocidad.
Sé parte de la corriente Slow Life, que nos invita a controlar la mente y dejar un ritmo frenético que estresa y enferma.
Como en un concierto barroco, armoniza lo rápido con lo lento, adagio, calma, detente y relájate, deja las carreras desaforadas porque te pasan factura y te pierdes lo mejor de la vida.
Silencia a veces la mente y desconéctate porque vivir conectado te torna intenso y no rindes igual.
El silencio exterior e interior te sirven para aquietarte, sintonizar con Dios o los ángeles y ponerle un freno a la ambición.
El afán por poseer es letal, provoca infartos y rompe relaciones. Calma, adagio, despacio, adagio.
No caigas en la trampa de olvidar lo esencial seducido por lo que brilla, crees que la única realidad es lo material y te pierdes de disfrutar de otra realidad mucho más hermosa.
Cuando el negocio es conveniente, dejas de ver al portero que te abrió la puerta.
Cuando la cita es primordial, no observas a la secretaria que te dio la oportunidad de la cita.
Cuando el trabajo es importante, te olvidas que hay una esposa o un hijo a quienes decir: te amo, te extraño, te necesito.
Haz cambios en tu mente y tu alma y disfruta la vida más allá de lo material. Sabio no es el que sabe, sabio es el que practica.
Fuente: portafolio.co
MPC Coaching
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