Afortunadamente, al igual que otros tantos hábitos y comportamientos, éste puede modificarse. Se ha dicho que "el fracaso no es lugar, sino una actitud".
Hay estrategias específicas para sobreponerse a esta actitud, a este temor. Vamos pues a considerar algunas:
1. Decida tomar acción.
El temor al fracaso trabaja en contra de usted mediante la inmovilización de su mente. Le lleva directamente a esa antigua parte de su cerebro conocida como la amígdala - muy útil en la vida de nuestros ancestros cavernícolas - y que sólo sabe prepararnos para pelear o huir. Pero cuando usted está intentando alcanzar un objetivo racional o resolver un problema relativamente sofisticado, el asunto no se resuelve ni corriendo ni lanzando golpes. Es el momento para una decisión coherente de actuar. La acción faculta, es fuente de poder, le permite a uno comenzar a cambiar las circunstancias o la situación. Y si esa acción no da el resultado deseado, simplemente, se hacen ajustes y se actúa de nuevo.
El fracaso es pasivo. El éxito es activo. El éxito proviene de ocasionar, mediante la acción, que pase algo. El fracaso proviene de permitir, mediante la ausencia de acción, que ocurra algo. Tome ese primer paso, recordando que su único y real temor debe ser el temor de nunca intentarlo. Simplemente hágalo…
2. Niéguese a darse por vencido, intente algo diferente.
Arriba mencionamos la opción de hacer ajustes cuando nuestra acción no da los resultados esperados. Y es que las personas más exitosas son las que intentan diferentes enfoques hasta que obtienen los resultados deseados. No se dé por vencido si lo intenta par de veces sin éxito. Si es necesario tómese un descanso y entonces vuelva a intentarlo con un enfoque diferente. Dicen que la locura se define como continuar haciendo lo mismo y pretender obtener resultados diferentes. Así que no actúe como un demente. Tome un segundo aire e intente algo innovador. Y recuerde que cuando un fracaso se convierte en algo negativo, es cuando uno se da por vencido.
3. Aprenda a "fallar exitosamente".
Saber cómo enfrentar un fracaso es en sí un triunfo. Éxito y fracaso están ambos enraizados en un mismo gran deseo humano: el deseo de lograr. La gran diferencia de las personas exitosas es que no viven preocupadas por fallar, sino por aprender qué deben hacer para lograr sus objetivos. De hecho, las personas verdaderamente exitosas fallan con regularidad, pero saben cómo enfrentar cada fracaso. Sus historias están llenas de "fracasos exitosos."
Thomas Edison luchó a través de miles de ensayos fallidos antes de poder ofrecernos su lámpara eléctrica incandescente. Cuando se le preguntó cómo logró sobrevivir tantos "fracasos", respondió: "Nunca los consideré como fracasos, pues en cada caso encontré lo que no estaba funcionando". Edison lo vio todo como un proceso de aprendizaje que eventualmente lo llevaría al gran triunfo que buscaba.
Prácticamente todo atleta olímpico medallista de oro caminó hacia la grandeza "fracasando exitosamente". Y probablemente usted también haya "fracasado exitosamente" muchas veces en su vida, siempre volviendo a ponerse de pie para seguir adelante. Quizás no se había percatado, ¡pero usted está en la misma liga que los grandes medallistas de oro olímpicos! Como Edison y los medallistas olímpicos, examine de cerca aquello que no funcionó como usted deseaba, implante cambios y evalúe los resultados. De esta manera, aprenderá nuevas habilidades que le harán cada vez más fuerte.
MPC Coaching
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